[L]os emergentes serán muy peligrosos para la estabilidad mundial si controlan, por ejemplo, un futuro Consejo de Seguridad de la ONU.
Porque, aparte de actuar como neoimperios capitalistas salvajes, sus valores con respecto a la vida humana o a su dignidad son muy inferiores a los mayoritarios en las democracias, donde existe un gran sentido crítico del ciudadano frente a los gobiernos.Y es que a menudo olvidamos que la Carta de los Derechos Humanos fue promovida por occidente. Olvidamos que el Estado de Derecho no funciona tan bien en España como en Brasil. Olvidamos que en China no sólo ejecutan a la mayoría de los que han sido sentenciados a muerte, sino que les cobran a sus familias la bala con la que son ajusticiados.
Su peso en el escenario mundial va creciendo. Y no sólo por el empuje de sus dirigentes:
[T]anto rusos como chinos, y no hablo sólo de sus dirigentes sino también del pueblo llano, quieren ser respetados en el mundo. Pero no sólo eso: quieren poder influir en el mundo, en las decisiones que se tomen a nivel mundial, quieren que sus intereses sean defendidos.Y mientras, nosotros, nos desintegramos como nación.
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