En la web de Isaac he encontrado otro vídeo sobre el 11-M que promete... una recreación de aquel fatídico día.
Todos guardan silencio ante sus exabruptos, sus cantos de odio, sus infamias contra el anterior Gobierno, incluso ante su discurso extremista y antidemocrático. Hasta los más fanáticos bramidos de la extrema derecha palidecen al lado de ese verbo sectario que el viernes pasado señalaba, nuevamente, la responsabilidad de Aznar en el atentado del 11-M. Pero ni el dolor más inmenso, el de la madre que pierde a su hijo, justifica sus demasías. Ni siquiera las excusa. Al menos en su condición de líder social, cuando sus palabras traspasan el ámbito privado y se convierten en referencia y guía para la acción ciudadana.También algunos gritos de «Zapatero asesino» han surgido de víctimas del terrorismo. Pero nadie los justifica ni los excusa. Hay fronteras democráticas que no se pueden traspasar, aun bajo el desgarro de la aflicción más profunda, que es la de Manjón, la de las víctimas del 11-M y la de las víctimas de ETA.Derecha e izquierda deben vigilar esas fronteras. Pero la izquierda tiene un trabajo previo, el reconocimiento de su existencia, en su extremo izquierdo, radical e intolerante, igual que en el extremo derecho. El sábado pasado la derecha cuidó y controló esos límites. Pero no lo hizo la izquierda, ni el viernes en el acto de memoria por las víctimas del 11-M ni el domingo en la inauguración de su monumento. En uno y otro acusaron a Aznar de ser el responsable político del 11-M, de los muertos de Irak. Hasta un representante de UGT. Hasta Blanco.Todos callan ante Manjón porque respetan su dolor. Pero cuando escucho a cierta izquierda, temo otra razón, que comparta sus palabras.