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La paulatina derrota de Occidente
El último artículo de Daniel Pipes señala un signo más de nuestra paulatina aceptación de la superioridad islámica. Recuerda cómo en el caso de Salman Rushdie primó la libertad de expresión y se le plantó cara al islamismo (en aquella ocasión proveniente de Teherán), al igual que en el caso de las viñetas danesas. En esta ocasión, a propósito de la quema de Coranes que pretendía llevar a cabo el Pastor Terry Jones, Barack Obama ha preferido ceder frente al Islam:
[E]n 1989, el ayatolá Jomeini amplió de golpe este doble rasero hacia la Occidente al decretar que el novelista británico Salman Rushdie fuera ejecutado bajo cargos de blasfemias en su obra, Los versos satánicos. Con este acto, Jomeini impuso la Ley de Rushdie, que sigue estando en vigor. Estipula que quien se oponga "al islam, al Profeta o al Corán" puede ser ejecutado; que cualquier pariente del blasfemo también tiene que ser ejecutado; y que todos los musulmanes deben ser partícipes de una red oficiosa de Inteligencia destinada a cumplir esta amenaza.
De forma evidente, esta ley contradice el pilar fundamental de la vida en Occidente, la libertad de expresión. Resumida en la sentencia, "Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo", esa libertad garantiza protección al derecho a cometer errores, insultar, ser desagradable y blasfemar. [...]
De igual forma, el primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen se mantuvo firme en el año 2006 cuando unas viñetas ordinarias de Mahoma publicadas en un periódico de Copenhague despertaron una tormenta de protestas: "Se trata de una cuestión de principios", anunciaba. "Como primer ministro, no tengo ningún poder en absoluto para poner límites a la prensa -- ni quiero un poder así".
Ambos incidentes condujeron a caros actos de boicot y de violencia, pero el principio se impuso a la conveniencia. Otros líderes occidentales han cedido en la defensa de la libre expresión. Los gobiernos deAustralia, Austria, Canadá, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Israel y Holanda han tratado o logrado encarcelar a los que se saltan la Ley de Rushdie.
La administración Obama ingresa ahora en esta ignominiosa lista. Sus presiones sobre Jones erosionaron más la libertad de expresión en torno al islam y avalaron de forma implícita la posición privilegiada del islam en Estados Unidos, dentro de la que los musulmanes pueden insultar a los demás, pero no ser insultados. Esto empuja al país hacia la dhimmitud, la condición en la que los no musulmanes reconocen la superioridad del islam. Finalmente, fue Obama en la práctica quien hizo valer la ley islámica, un precedente que puede conducir a otras formas de respeto a la shari'a por obligación.
Obama debió haber seguido el camino de Rasmussen y haber respaldado el principio de la libertad de expresión. Su fallo a la hora de hacerlo significa que los estadounidenses tienen que reconocer y resistirse a la aplicación de la Ley de Rushdie por parte del gobierno estadounidense, entre otros aspectos de la shari'a.
Leedlo entero.
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