sábado, 25 de septiembre de 2010

Empleos de verdad y empleos de mentira

Me gustó el artículo de ayer de Leopoldo Abadía. Habla de todo un poco, pero me quedo con los siguiente:

Y, sigo repitiéndome, sólo las empresas son capaces de crear empleo. Lo de “sólo” puede ser una exageración, porque hay que ver el empleo que crean nuestras Comunidades Autónomas. Pero yo hablo del empleo de verdad, el que fabrica tornillos mejor que otro y por eso los vende mejor que otro.
[...]
Vuelvo de la rama por la que me había ido y ahora hablo de los empleos de verdad y los empleos de mentira, porque hay de todo.
Ejemplo de empleo de verdad. Cuando mi amigo Esteban me dice que está contratando gente, porque la empresa crece, pienso en Antonio, que fue el que tuvo la idea y puso su dinero y me alegro en el alma, porque, gracias a aquella locura, hay personas que no engrosan la cifra fatídica de personas sin empleo. Y cuando a Antonio y a Esteban les preguntan cuándo empieza el mañana, dicen que ya ha empezado.
Ejemplo de empleo de verdad. Cuando otro amigo me cuenta las cosas que está haciendo en su negocio, cómo viaja por el mundo y las tiendas que abre, y voy a Buenos Aires y me encuentro con una tienda suya, me está diciendo que, para él, el mañana también ha empezado.
Ejemplo de empleo de mentira. Cuando veo la cantidad de gente que está preparando la huelga del día 29, fabricando pancartas, pañuelos y gorras, entiendo que estas personas, muy respetables todas ellas, han decidido echar una cana al aire ese día, estropeárnoslo, y seguir cargándose el país, que para eso somos ricos. Pero de empleo de verdad, nada.  Aunque acaben cansados.
Tengo más ejemplos de empleos de verdad y empleos de mentira, pero los dejaré para otro día.
Pues eso, que ya estamos en el futuro. Y que el mañana es hoy. Y que, si esperamos, no empezará el mañana, porque nos quedaremos en el ayer. Eso sí, contentos al ver lo mal que lo estamos pasando y pensando que, como el amigo del primer mensaje, en el momento en que le echemos a este chico que está en la Moncloa, las cosas se arreglarán automáticamente y para siempre jamás. Y en España volverá a amanecer.
Pues no. Cuidado que tengo ganas de que el Presidente en funciones se vaya. Por lo menos nos ahorraremos sonrojos como el de Oslo o como aquello que nunca he entendido de que la tierra era propiedad del viento o al revés.

Pero, aunque se vaya, si el que venga, de derechas, de izquierdas o de lo que os dé la gana, no entiende que hay que ayudar a los muchos que en España se juegan su dinero y crean puestos de trabajo, no haremos nada.
Y si el que venga es serio y dice siempre la verdad y tiene un plan y nos lo cuenta y nos gusta y nos fiamos de él, y los sindicatos deciden dar un salto y plantarse en el siglo XX (ya no digo en el XXI, porque sería mucho pedir), y las entidades financieras deciden dar otro salto, habrá algunos que, en vez de guardar el dinero en el calcetín, igual lo sacan a producir. Y, entonces, sí. Habrá empezado el mañana.

Leedlo entero.

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