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jueves, 14 de octubre de 2010

Sobre los abucheos del 12 de octubre

El pasado martes 12 de octubre celebramos el Día de la Hispanidad, con el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas. Este año el palco de autoridades estaba situado en la Plaza de Lima, y las vallas tras las que debían aguardar los espectadores estaban situadas bastante lejos de él. Ello no impidió que hubiese abucheos generalizados (contra Rodríguez y su Gobierno), y que éstos se convirtieran en protagonistas del desfile. A diferencia de otros años, no se instalaron pantallas gigantes para que el público pudiera seguir con más facilidad el acontecimiento. La consecuencia fue que los abucheos continuaron incluso durante el homenaje a los soldados caídos, lo que ocasionó incluso la protesta de la Corona.


Me parece lamentable que se abuchee al Presidente del Gobierno durante la celebración más importante del año. Detesto a Rodríguez y pienso que es el peor presidente que hemos tenido, y que por su culpa y por su falta de escrúpulos estamos enfangados en esta crisis económica, institucional y social. Considero reprobable que no se deje ver en actos públicos (a pie de calle, vamos), por miedo a los abucheos, pero no creo que se deba estropear una celebración como la del día 12 con abucheos, pitidos y protestas.


Más patético aún me ha parecido la respuesta del Gobierno diciendo que han sido grupos de extrema derecha, como si el españolito medio no estuviese hasta los pelendengues de la panda que nos lleva de cabeza al precipicio. Y es especialmente ruin Carmen Chacón, quien después de la pitada ha propuesto la aprobación de un protocolo para evitar abucheos en el futuro. Esta es la que decía, no mucho ha, aquello de  "Todos somos Rubianes" (en apoyo del actor que literalmente se cagó en la puta España y en la madre que la trajo); me pregunto si ahora Leire Pajín saldrá a desautorizar a la Ministra de Defensa para recordarle que "no se debe legislar en caliente", como dijo cuando la opinión pública pidió cambiar la Ley del Menor tras casos como el de Sandra Palo. Me pregunto qué habrían dicho y hecho (porque no andan con remilgos como el PP) si hubiesen estado en el Gobierno los días 12, 13 y 14 de marzo de 2004 y las sedes del PSOE hubiesen sido asaltadas como lo fueron las del PP... (por cierto, ¿dijo algo el Rey sobre los asaltos a las sedes del PP el 14 de marzo de 2004? ¿Y sobre los ataques que sufrieron las sedes durante 2003 y 2004? Pues va a ser que no...)


Hoy escribían a propósito de los abucheos Hermann Tertsch e Ignacio Ruiz Quintano en ABC:
Respeto piden, quienes traen escondidos y con nocturnidad a soldados españoles muertos en una guerra que dicen no existe. Respeto piden quienes llevan años ciscándose en las creencias religiosas de más de media España. Los socios y cómplices de quienes queman la bandera y aterrorizan a quienes la llevan. Quienes ayudan a perseguir a la lengua española, pisotean las tradiciones e incitan a la violencia contra los discrepantes. Quienes llamaron a asedios a las sedes de otro partido. Piden respeto, quienes difamaron a las víctimas del terrorismo, quienes pactaron con ETA para no ver atentados ni robos de pistolas donde los había y nos mintieron y siguieron negociando con los terroristas con muertos y sin ellos. Esos, nos piden ahora respeto.
Ignacio es más crítico con el españolito medio:
Hay que ver cómo se ha puesto el centrismo zen por unos pitos a Zapatero en la Fiesta Nacional, que, por votación de los toreros, ya no son los toros, sino los legionarios. Si el centrismo zen frecuentara los toros, sabría que esos pitos a Zapatero no van a ninguna parte. ¿O qué cree el centrismo zen que son los españoles? «El pueblo español está acostumbrado a ver los toros desde la barrera, a camorrear en los tendidos, y de aquí no pasa...», escribe Ramón Pérez de Ayala en su pequeño ensayo sobre Don Tancredo, verdadero patrón laico de España, el país de los parados. O de los «oferentes de empleo», como quieren los socialistas que se diga, cuando en España, antes de los socialistas, oferentes, lo que se dice oferentes, no había sino las vulvas de los poemas del poeta verdadero. ¿Se nos va a venir abajo Zapatero por unos pitos? ¿Qué clase de nenazas nos estarían gobernando?
Merece la pena leer las columnas enteras.

lunes, 27 de octubre de 2008

Hay que hacer algo. Inmediatamente.

He sido consciente de la voracidad del nacionalismo desde que he tenido uso de razón, ya que las temporadas que pasaba en el levante español me permitieron ver los pequeños pasos que iba dando, abarcando cada vez más poder, y desembocando éste último en más ansias de poder. Como ilustra Robert Kagan, el deseo de poder y su visión de su situación en el mundo no son inmutables, y varían en función de lo poderosa que sea su economía, su ejército, su diplomacia, etc. Así, si una nación eminentemente pacífica ve crecer espectacularmente su economía, es probable que desarrolle un ejército que garantice que ese comercio será fructífero (como por ejemplo hicieron los romanos o los españoles).

Un razonamiento similar se puede aplicar a los nacionalistas. La suya siempre ha sido una política de máximos, pero diciendo que no era así. Y sólo los ciegos voluntarios creían a pies juntillas lo que aquéllos decían.

Hoy, con el Estatuto de Cataluña aprobado por las Cortes y en vías de ser recortado por el Tribunal Constitucional (no albergo demasiadas esperanzas, pues ese mismo tribunal declaró constitucional la Ley de Igualdad, que establece que un varón es más culpable que una mujer ante la ley: discriminación por razón de sexo), con un representante del PSOE que anuncia de medio lado su propio referéndum de autonomía para el País vasco y con unos canarios que dicen que ellos no son España (Mojamé se está frotando las manos. Hay que ser MEMO para aprobar algo así), estamos al borde de una catástrofe, y encima con la crisis económica y financiera encima.

Lo más triste es que son los políticos, que viven al margen de nosotros, al margen del pueblo, al margen de los ciudadanos que contribuimos a mantener esto en marcha con nuestro esfuerzo, con nuestro trabajo y con nuestros impuestos (tenemos una presión fiscal cercana al 50%, no lo olvidemos), quienes se han inventado todo este lío monumental. Porque yo no veo al catalán medio pidiendo que se margine al catellano en las aulas. No veo al catalán medio pidiendo que la Generalidad edite libros en los que se dice que Los Países Catalanes están compuestos por las Baleares, la Comunidad Valenciana y Cataluña; no veo al catalán medio pidiendo que se le niegue el agua a Valencia. Y lo mismo para aragoneses, gallegos, canarios, valencianos, mallorquines, etc.

Quizá alguno piense: «sí que contribuye: con su silencio.» Ahí voy. En España no sabemos lo que es la Democracia, con mayúsculas. Votamos en su momento una Contitución, que fue un apaño para no darnos de tortas otra vez los unos contra los otros. Y bien que nos ha ido. Pero algunos, los listos de la clase, aquellos a los que se les concedieron ciertas prebendas (véase, catalanes y vascos) estiraron la goma tanto que se ha roto, y ahora cada una de las quince Comunidades Autónomas restantes quiere la suya. Y mucho ya la tienen.

Se multiplican cargos y presupuestos. Todos procuran ordeñar la máxima cantidad de leche de la vaca España, en un alarde de picaresca. Pero la vaca está enferma, moribunda. Y a nosotros, la vaca,;a nosotros, el pueblo; a nosotros, los ciudadanos, nos da lo mismo. Acaso demasiado preocupados por la derrota del Madrid.

La Democracia, con mayúscula, supone una responsabilidad de los ciudadanos para con su país. La Democracia, con mayúscula, supone arrimar el hombro y movilizarse contra lo que no nos gusta. La Democracia, con mayúscula, supone fiscalizar a nuestros gobernantes, exigiéndoles que no mientan, que cumplan sus promesas, que asuman la responsabilidad de sus actos y de sus palabras. La Democracia, con mayúsculas, supone la separación de los tres poderes. La Democracia con mayúsculas, nos obliga a todos en cuanto ciudadanos libres e iguales ante la Ley.

Es hora de hacer algo. Es hora de movilizarse. La casta política que nos gobierna ha demostrado sobradamente que no busca soluciones ni mejorar el país sino enriquecerse y mantenerse en el poder. No responden por sus actos, ni por sus mentiras, ni por sus contradicciones. Y aquí no pasa nada.

Pues bien, yo digo ¡HASTA AQUÍ! Es la hora del pueblo. es la hora de los ciudadanos. Es la hora de aparcar ideologías absurdas y trasnochadas. Es la hora de asumir nuestra responsabilidad. Es la hora de dar un paso adelante.

Ahora sólo hay que saber cómo.

sábado, 25 de octubre de 2008

Respeto internacional

Al hilo de lo que comenté ayer sobre nuestra voluntad para ser una gran potencia, traigo un par de extractos del último libro de Robert Kagan, El retorno de la historia y el fin de los sueños (que lo adquirí en la última Feria del Libro de Madrid).

Cuando Putin calificó el derrumbe de la Unión Soviética como «la mayor catástrofe geopolítica del siglo», sorprendió al occidente liberal, pero tocó la fibra sensible de los rusos. No es que anhelen el regreso del comunismo soviético -aunque se ha producido una notable resurrección incluso de la reputación de Stalin-. Es más bien que añoran la época en que Rusia era respetada por todos y capaz de influir en el mundo y de salvaguardar los intereses de la nación.
[Páginas 30 y 31]

La economía de China, en auge, no sólo la ha involucrado en los asuntos mundiales. Ha dado al pueblo chino y a sus líderes una nueva confianza, un orgullo nuevo y una sensación no infundada de que el futuro les pertenece. Su recién adquirida pericia económica ha hecho revivir viejos sentimientos de lo que los estadounidenses llamarían destino manifiesto, una creencia profundamente arraigada según la cual China fue en el pasado y volverá a ser una fuerza esencial en el mundo. Durante más de un milenio China fue la potencia dominante en Asia, la única civilización desarrollada en un mundo de bárbaros, el centro de su propio universo, el Reino Medio tanto espiritual como geopolíticamente. A principios del siglo XIX los chinos se vieron derrotados, «dejados al margen» de un mundo repentinamente eurocéntrico. El «siglo de humillación» que vino a continuación resultó tan vergonzoso porque la caída de China se produjo desde una altura gloriosa.
Hoy los chinos creen que la antigua centralidad de su país, convenientemente adecuada a los tiempos y a las circunstancias, puede, debería y acabará siendo restaurada. Cada vez con mayor asiduidad contemplan su pasado imperial buscando directrices para el futuro.
[Páginas 46 y ss.]


A continuación narra cómo el cada vez mayor poderío económico está impulsando el crecimiento de su inversión en el plano militar. Dentro de unos años habrá tres grandes potencias: EE.UU., la Unión Europea y China.

Lo que me gustaría resaltar es que tanto rusos como chinos, y no hablo sólo de sus dirigentes sino también del pueblo llano, quieren ser respetados en el mundo. Pero no sólo eso: quieren poder influir en el mundo, en las decisiones que se tomen a nivel mundial, quieren que sus intereses sean defendidos. Nos reímos de la Grandeur francesa, pero tienen una de las diplomacias más eficaces del mundo, y un gasto militar notable, además de programa espacial propio. Aquí se rieron de Aznar con ganas, destrozaron su legado, se hicieron amiguísimos de Castro, Chávez y los Kirchner y ahora queremos jugar en la liga de los grandes. De la noche a la mañana. Pues oiga, como que no.

viernes, 24 de octubre de 2008

España, Zapatero, la crisis y la Cumbre

La historia es más o menos la siguiente: ha llegado la crisis, como cabía esperar puesto que los ciclos económicos son algo por todos conocido. Esta vez, en cambio, la crisis de la economía real ha venido acompañada por una crisis financiera, originada en EE.UU. Resulta que en el país norteamericano se concedieron hipotecas a troche y moche sin mirar demasiado si el receptor de ese dinero podía devolverlo o no. Además, esas hipotecas se revendieron después a bancos all over the world, quienes a su vez se las endosaron a otros bancos o a sus clientes... Está bastante bien explicado aquí.

Los políticos, a quienes no les gusta perder elecciones, se han puesto bastante nerviosos. Y se han lanzado a decir tonterías, a cada cual más gorda. Lo peor es que también las han hecho. Ahora se quieren reunir el 15 de noviembre en EE.UU. para «refundar el capitalismo», como si lo hubiese fundado alguien alguna vez, y para acabar con «la dictadura del mercado». ¿Semejante tontería ha sido dicha por nuestro tonto oficial, Gaspar Llamazares? No. Lo ha dicho el marido de Carla Bruni, nada menos: Nicolas Sarkozy. Sí, el presidente de un país cuya economía está, mayoritariamente, en manos del estado. Qué cosas. Lo más divertido es que eso es mentira. Fue el intervencionismo de Carter y después el de Clinton el que obligó a los bancos a prestar dinero a las minorías. Ya saben, eso tan políticamente correcto de la discriminación positiva. Resulta que si un negro no podía comprarse una casa no era poque no tuviese estudios ni trabajo, qué va; no podía porque era negro. ¡Era tan sencillo! ¡La respuesta había estado delante de nuestras narices y ni nos habíamos dado cuenta! El caso es que cuando ha llegado la hora de pagar, el negro o quien sea no ha podido, y al igual que él, unos cuantos miles de personas. El banco, a freir espárragos. Y los que obligaron al banco a conceder hipotecas de dudosa recuperabilidad exigen, ahora, salvar al pobre banco y, de paso, acabar con el capitalismo. Es aterrador.

¿Y qué hace Rodríguez mientras tanto? Pues ha copiado el plan de Bush, pero sin transparencia, sin decirnos quiénes tienen activos «tóxicos» y sin apenas control por parte de la oposición ni nadie, que para eso son todos colegas. Pero no sólo eso. Además quiere estar en la Cumbre en la que se va a «refundar el capitalismo». Normal. Pero es que la Cumbre es sólo para el G-20 (es el G-8 más países emergentes más la UE), y ahí no entra España. Eso no ha desanimado a nuestro presidente, quien se ha puesto a trabajar para ir, y ahora está de viaje en China, luego volará a más sitios, mientras pide a unos y otros que le dejen ir a la Cumbre. Jopeta. Le ha pedido ayuda a Sarkozy, al Primer Ministro japonés, a un señor de Ohio que pasaba por ahí... Y nada de nada. Ayer Martinmorales lo retrataba fabulosamente.

¿Por qué no vamos? Pues porque a nuestra economía le queda todavía un poquito para estar entre las grandes. Porque no tenemos poítica exterior que esté a la altura de nuestra economía y porque tampoco tenemos una política de defensa digna de ese nombre. No lo digo yo; lo dice Alfonso Rojo, ese neocón:
[...]
No se engañen. El desaire inicial no tiene que ver con nuestro PIB, porque España ocupa la octava posición mundial, como recordaba ayer el presidente francés.
Que George Bush sea el anfitrión, puede haber influido, pero tampoco es determinante. Por feo que fuera quedarse sentado al paso de la bandera de las barras y estrellas, el gesto de Zapatero parece una minucia, al lado de las jugarretas que hizo Francia a EE.UU. en los prolegómenos de la Guerra de Irak. En la ONU y fuera de ella.
Ni siquiera la precipitada retirada de las tropas españolas de Mesopotamia ha sido determinante, porque el Gobierno ZP ha hecho bastante penitencia después y lleva meses prodigando los requiebros hacia Washington.
La clave, aunque nos duela mucho a algunos, es que España pinta poco en la escena mundial. El mal se ha agudizado con las erráticas alianzas del Gobierno Zapatero, que nos granjean aplausos en Ankara, Teherán o Caracas y nos coloca en una posición de marginalidad en el escenario mundial, pero viene de lejos.
Para tener una Política Exterior de peso, hay que tener una Política de Defensa digna de ese nombre. Y no se si han reparado en que en ese terreno vamos a la cola de los países de nuestro entorno. Junto con Bélgica y Hungría, somos el miembro de la OTAN que destina un porcentaje de PIB más pequeño a sus Fuerzas Armadas.
Y para colmo, cuando llega la hora de fajarse, nos rajamos, como prueba nuestra negativa a asumir un papel más activo en Afganistán. Cuando uno no está a las duras, no debe extrañarse de que no le inviten a las maduras.

Quizá Aznar se pasó un poco con la foto de las Azores; lo digo por aquello de que nos venía un pelín grande. También es cierto que el actual inquilino de La Moncloa se rió a mandíbula batiente de los esfuerzos de su antecesor por estar entre los grandes, y ahora se arrastra por el lodazal para ver si consigue estar allí. Ha tenido casi cinco años par aprofundizar en la política internacional de José María Aznar. Y, en lugar de eso, ha deshecho todo aquel trabajo de años. Si no nos creemos que podemos estar en la Champions League de los grandes países no merecemos estar. Y la tarea de creérselo empieza por el Presidente del Gobierno. Y asumiendo responsabilidades. Si no, luego pasa lo que pasa.

domingo, 31 de agosto de 2008

No inviertas en España

En su columna del 19 de agosto en La Razón, César Vidal narra el encuentro con una vieja amiga que vivió muchos años en España y que, ante la situación actual, aconseja a cuantos quieren escucharla que no inviertan en España, salvo en Madrid, pues desde su punto de vista nuestro país se ha convertido en un manicomio, entre nacionalistas, un Gobierno que otorga derechos humanos a los simios o ministras que retuercen el lenguaje para hacerlo más femenino. Les dejo con el artículo completo, «Manicomio» (negritas mías).

De regreso a la Florida, he estado comiendo con una amiga de antaño. A diferencia de la mayoría de los norteamericanos, conoce España muy bien porque ha residido y trabajado durante años en nuestra nación. Tras una larga temporada de ausencia, regresó por un mes y medio en junio. Se encuentra profundamente desolada. «César», me dice con los ojos impregnados de desconcierto y pesar, «tu país se ha convertido en un manicomio». Naturalmente, intento quitarle hierro al asunto y me enredo hablándole de la crisis de inicios del milenio. «For God´s sake», me corta inmediatamente, «¿qué tiene que ver el milenio -que empezó hace ocho años- con que en España le hayan concedido derechos humanos a los monos?», me dice punto menos que escandalizada, ¿a ti te parece normal que un chimpancé tenga más protección que un feto humano?». No, no me lo parece, pero tampoco deseo hacer sangre. «¿Y las ministras?», sigue mi amiga. «Pensé que tú?», intento decir. «Yo era feminista en los sesenta», me dice, «igual que otros eran maoístas o ecologistas, pero ciertas cosas que tienen justificación a los quince años, defendidas con más de cuarenta sólo indican que sufres la inmadurez de un adolescente». «Mujer, Condoleeza Rice», alego. «Mira, Condie no tiene nada que ver con vuestras ministras. Es una mujer con preparación que además ha pasado por la política para servir a su país. Las chicas de vuestro gobierno están ahí para servirse de la política. Pero ¿cómo se puede intentar cambiar hasta el idioma para hacerlo feminista?». «Bueno, eso no ha prosperado», protesto levemente. «De momento, pero lo que sí ha salido adelante es que por ciertos delitos se castigue más a un hombre que a una mujer. ¡Vaya igualdad!», me espeta y me veo obligado a callarme. «¿Y qué me dices de la economía?»,continúa ya como si fuera un tanque, «todo el mundo habla de crisis. En España es más severa que en cualquier nación de la UE o en Estados Unidos y vuestro presidente de Gobierno la ha seguido negando como si pudiera tapar el sol con un dedo». «Eso ha estado muy mal», concedo. «Me duele, pero debo confesarte que, tras pasar por España, he recomendado no realizar inversiones allí, a excepción de Madrid», me dice como un severo veredicto final. «Mujer, tampoco hay que exagerar», musito mientras calculo lo que eso nos puede costar en parados. «Pero, ¿cómo se puede hacer otra cosa?», me pregunta sinceramente apenada, «¿tú crees que alguien sensato va a invertir un dólar en regiones como Cataluña o Vascongadas donde te obligan a usar una lengua más que minoritaria y a pesar de que todos conocen el español? ¿Tú te imaginas que en Nuevo México no pudieras educar a tus hijos en inglés y tuvieras que redactar toda la correspondencia en apache sólo porque esa tribu dominó el estado hace siglos?». «No», reconozco, «no se me pasa por la cabeza». «Mira», dice mi amiga sinceramente compungida, «lo siento por ti, César, que eres una persona sensata, pero España se ha convertido en un manicomio. El lobby gay impone leyes que aquí son absurdas, las feministas llegan al Gobierno sólo por serlo, el Gobierno no gobierna y se prohíbe la enseñanza en la lengua nacional sin que ZP mueva un dedo. No, para ese manicomio ni un dólar».

Un diagnóstico acertadísimo.

domingo, 9 de marzo de 2008

Contra el "todo vale"

CONTRA EL "TODO VALE"

Iñaki Ezquerra (Presidente del Foro de Ermua)


La Legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido la del “todo vale”. La consigna del “todo vale” ha llegado a crear en España no ya una doctrina política sino una verdadera subcultura que es profundamente antidemocrática y enemiga de la convivencia.

Una subcultura heredada inicialmente del nacionalismo vasco pero ya totalmente asimilada por el partido que nos ha gobernado durante los últimos cuatros años, que llegó al Gobierno gracias a ella y que pretende servirse de ella para perpetuarse en el Gobierno. Pero es preciso decir en voz alta que para obtener el poder en unas elecciones o mantenerse en el poder “no vale todo”.

No vale proponer a los demócratas el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo a la vez que se propone a los propios terroristas otro pacto. No vale acercarse a los terroristas cuando se está en la oposición y decirles que se les va a tratar mejor que lo que lo está haciendo el Ejecutivo que en ese momento gobierna. No vale invitar a los terroristas a que propicien ese cambio como sólo ellos saben hacerlo. No vale prometer a los terroristas ni a los independentistas, ni a los que son una cosa y otra al mismo tiempo, lo que no se puede prometer. No vale violar la jornada de reflexión de unas elecciones. No vale atacar las sedes del partido rival. No vale buscar votos entre la chatarra y los cadáveres de Atocha.

No vale responsabilizar al partido rival de un atentado terrorista por más que éste sea una respuesta a una determinada política que no juzgamos ni adecuada ni moral. No vale aliarse ni con los cómplices políticos del terrorismo ni con quienes pretenden la destrucción del Estado democrático español. No vale querer hacer pasar por respetables ni ideas ni ideologías antidemocráticas y totalitarias. No vale hacer de la izquierda un valor absoluto porque entonces se rompe la convivencia ya que quien no pertenece a la izquierda queda excluido del respeto que merece como demócrata y como ciudadano.

No vale hacer de la libertad otro valor absoluto. Porque no lo es. Porque, con ser un bien inapreciable y un derecho de toda persona, la libertad de uno debe estar limitada en su ejercicio por la libertad de los otros y viceversa. Porque hay muy pocos valores que puedan llamarse absolutos como pueda ser el de la vida, que indudablemente lo es aunque lo relativicen quienes, por otra parte y paradójicamente, absolutizan valores más relativos cuando no desechables como la secta política o la tribu étnica.

No vale llamar al otro gratuitamente “fascista” por un mínimo sentido de la propiedad del lenguaje, del uso adecuado tanto de los conceptos como de las palabras y porque quien desde un partido democrático hace un uso gratuito de ese vocablo coincide con los nacionalistas, o sea con quienes lo hacen desde el racismo y el totalitarismo sirviendo así a esa mala causa.

No vale el desprecio hacia una religión secularizada como el cristianismo cuyo discurso doctrinal ha sido fuente moral de la propia Ilustración y coincide con ésta incluso en las palabras que la Revolución francesa escribió con mayúsculas: Libertad, Igualdad y Fraternidad. No vale sembrar la división gratuitamente entre los españoles en materias vitales como la lucha antiterrorista.

No vale intentar dividir a las víctimas del terrorismo. No vale ningunear a las víctimas del terrorismo. No vale hacer sufrir a las víctimas del terrorismo. No vale estigmatizar a las víctimas del terrorismo. No vale insultar a las víctimas del terrorismo diciendo que están siendo manipuladas como si su tragedia las hiciera menores de edad en lugar de hacerlas dignas del mayor respeto y consideración y reconocimiento.

No vale omitir, silenciar, borrar las huellas y el recuerdo del asesinato cometido por ETA para que nadie se acuerde dentro de unos años de quiénes fueron los asesinos y por qué esa persona fue asesinada. No vale agredir a las víctimas del terrorismo diciendo que obstaculizan el camino hacia la paz y que ponen palos a las ruedas de la paz y demás cursiladas con las que se las convierte en dianas del odio de los fanatizados, los ciegos y los necios. No vale asistir a sus funerales para sacarse la foto electoralista mientras se está ignorando y ofendiendo a sus familiares en el propio cementerio y ante el difunto.

No vale traicionar la memoria y la ideología y los valores y la causa del compañero de partido asesinado. No vale hacer de la táctica publicitaria y mediática un absoluto y un valor moral. No vale utilizar la Justicia de un modo táctico y selectivo al servicio propio y de intereses puramente electorales. No vale excarcelar a asesinos y encarcelarlos caprichosamente, como si la Justicia fuera un instrumento de chantaje. No vale chantajear a los chantajistas con la Justicia cuando ésta debe ser aplicada para acabar con el chantaje, no para perpetuarlo.

No vale chantajear a los demócratas con multas por usar su libertad de expresión y reunión cuando se permite ilegítimamente expresarse y reunirse y manifestarse a los terroristas y a sus cómplices. No vale mirar hacia otro lado cuando los compañeros de otro partido democrático son puestos en la diana en las paredes de su barrio o cuando se les echa de un trabajo por defender una ideología y pertenecer a un partido perfectamente legítimos.

No vale suplantar a las víctimas del terrorismo presentándose uno como víctima de una tragedia que asoló a toda España hace setenta años y que dejó cicatrices en todos los hogares de España. No vale abrir las cicatrices en nombre de una falsa memoria histórica que no es más que selectiva e interesada amnesia. No vale decir una cosa y la contraria. No vale blandir los huesos de los muertos como si fueran garrotes para resucitar el viejo cainismo hispánico que habíamos superado.

No vale invocar la memoria histórica de los muertos de la Guerra Civil para sacarlos de las tumbas y hacer que sigan luchando sus esqueletos unos contra otros o contra los vivos. No vale hacer sufrir removiendo la memoria trágica de los vivos. No vale permitir que los asesinos y los cómplices de los asesinos insulten a infrinjan dolor a las víctimas del terrorismo en letras de canciones o poniendo a las calles los nombres de los asesinos o nombrando hijos predilectos a los asesinos.

No vale dejar que las nuevas generaciones jueguen en parques y plazas que llevan los nombres de los asesinos y que los tomarán por modelos de conducta a imitar. No vale negociar con quienes practican esas infamias. No vale negociar con quienes amparan esas infamias. No vale perseguir ni estigmatizar a un partido ni a un colectivo ni a unos ciudadanos que tratan de desterrar para siempre esas infamias de la vida española. No vale ser cómplice de la infamia nacionalista y del silenciamiento de las víctimas y del olvido.

No vale despreciar el esfuerzo de anteriores gobiernos en la lucha antiterrorista para presentarse como el gran pacificador. No vale rechazar frívolamente la experiencia y los logros de los otros en esa lucha. No vale haber permitido que resucitara el terrorismo.

No vale llevar la ominosa negociación con los terroristas al Congreso de los Diputados. No vale haber desobedecido incluso aquella resolución votada en el Congreso de los Diputados. No vale seguir negociando con terroristas después de un atentado mortal. No vale negociar nunca con terroristas. No vale mentir sobre los terroristas. No vale mentir nunca. No vale haber dado la razón o parte de la razón a la causa de los terroristas al convertirlos en interlocutores y haber ayudado a que crecieran en el País Vasco las plataformas y los colectivos y los partidos y las mesas del totalitarismo.

No vale renegar ante el nacionalismo vasco de los valores de la España democrática y de la España histórica. No vale despreciar quinientos años de Historia de una gran Nación. No vale saltarse todos los consensos de la Transición. No vale aliarse con socios que son los enemigos declarados de la democracia española. No vale remover los cimientos del modelo de Estado y de la Nación que nos han dado paz (la verdadera paz de la Constitución de 1978) y la auténtica prosperidad a los españoles así como respecto en el contexto internacional.

No vale socavar la unidad de los españoles. No vale socavar la igualdad de los españoles. No vale expulsar a un compañero del partido sólo porque tiene principios. No vale humillar a un compañero de partido al que ya le han humillado además los nacionalistas del modo más infame y más bajo, es decir recurriendo a la violencia física. No vale acabar con la democracia interna del propio partido con el lema del que se mueve no sale en la foto.

No vale hacer fotos de los serviles y los dóciles para presentarlos como los modelos civiles que no son ni serán nunca. No vale perseguir a todo lo que se mueve libremente. No valen los expedientes ignominiosos, las mentiras insidiosas ni las purgas neoestalinistas. No vale la mentira que ha sentado cátedra en esta Legislatura que ahora termina afortunadamente. No vale acosar a los candidatos de otros partidos ni dar lecciones a las acosadas ni presumir de saber contener el llanto cuando esas mujeres han demostrado un valor que es lo que hace posible que todavía quede algún resquicio de libertad en nuestra tierra.

No vale restar importancia a los incidentes inaceptables de una campaña electoral cuando son el resultado de una Legislatura que comenzó violando el derecho de los españoles a meditar tranquilamente su voto.


(Este texto de Iñaki Ezkerra fue leído en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, el 27 de febrero, por varios miembros del Movimiento Cívico catalán y vasco así como publicado en la página web del diario La Razón el 6 de marzo de 2008. Lo suscriben entre otros Mapi Heras, Ana Velasco, Carmen Ladrón de Guevara, Nerea Alzola, Isabel Calero, Ana María Torrijo, Ariadna Hernández, Hermann Terstch, Fernando García de Cortázar, Josep March, Michelo Artiach, Íñigo Martínez de Pisón, Antonio Aguirre, Ignacio Arsuaga, María Victoria Longares y Alejandro Campoy)

Yo también lo suscribo.

Lo he tomado del blog (ojo: archivo PDF) de Manuel Molares, donde he llegado a través de Desde el Exilio.

domingo, 10 de febrero de 2008

Esto es España...

jueves, 4 de octubre de 2007

Menos libertad

El Pleno del Congreso ha aprobado hoy una ley que «acaba con el anonimato en los móviles prepago». Y lo ha hecho, cómo no, por nuestra seguridad. El Sr. Bourne ya no podría valerse de estos teléfonos para engañar a los servicios secretos americanos. Al menos en España.


Como siempre, los voceros que acusan a Bush de limitar la libertad en el país de las barras y las estrellas no han dicho ni mú. (En general no dicen ni mú de nada; sólo critican, sin aportar datos. Echo de menos en España debate con aportación de argumentos sobre cualquier tema, y no la etiqueta ad hoc.)

lunes, 1 de octubre de 2007

Mingote

El acoso a la Corona, el movimiento secesionista del Gobierno vasco, el incumplimiento de la ley de las banderas, ETA, el movimiento independentista catalán... Y Zapatero con cara de pánfilo, una sonrisa de ingenuidad en su rostro, haciendo juegos malabares con todo ello sin ser consciente, quizá, de lo que hay en juego. Impresionante la viñeta de Mingote de hoy. Para quitarse el sombrero.

martes, 3 de abril de 2007

El Ebro y la vergüenza de ser español

Me comentaba el otro día un ingeniero que ha dedicado gran parte de su vida al agua que, para abastecer a la Comunidad Valenciana y a Murcia durante un año según lo estipulado en el Plan Hidrológico Nacional, bastaba con el agua vertida por el Ebro en una semana (hablamos de medias anuales). Y con el caudal de un día y medio ahora que está crecido.

Imagino que más de un valenciano estará regocijándose estos días al ver a los aragoneses anegados por el río cuyas aguas decidieron apropiarse. Igual que los Catalanes.

Hoy, en ABC, Eugenio Nasarre reflexiona sobre el egoísmo de los españoles, y la falta e cohesión a propósito del agua:

Como tantos españoles, he visto en estos días las imágenes de la gran crecida del Ebro, un año más, al llegar la primavera. Las nieves de Huesca se dirigían veloces y poderosas para diluirse en el Mediterráneo. ¡Sin ser aprovechadas, mientras a unas tierras sedientas se les niega unas migajas de un caudal desbordante! Tales imágenes me han producido tristeza y amargura. La tristeza y amargura de un español hijo de aragonés. Porque son imágenes que representan, para mí, la historia de un fracaso y de una derrota: el fracaso de la política y la derrota de una cierta idea de España basada en la solidaridad y en la conciencia de un proyecto común.
[...]
El Partido Socialista de Felipe González había elaborado un ambicioso programa de trasvases y lo había defendido con un coherente planteamiento, propio de un partido socialdemócrata. El plan del Gobierno de Aznar había salido adelante con plena legitimidad democrática y amplios apoyos de los sectores sociales y económicos. Incluso había comenzado ya su ejecución.
La anomalía
apareció con el liderazgo de Rodríguez Zapatero en el PSOE. La cancelación del plan hidrológico nacional formó parte de aquel primer paquete de medidas radicales de su Gobierno (en política exterior, en educación, en justicia, en la cuestión territorial), que marcan un verdadero punto de inflexión en nuestra
democracia. Quizás todavía no hemos calibrado suficientemente la trascendencia
de aquel arranque de la legislatura, que la ha marcado irremediablemente. Porque
no consistió en modificar, matizar o buscar nuevos compromisos. La decisión
adoptada fue un no radical, absoluto, a cualquier política solidaria del agua.
Era un no tanto al PSOE de Felipe González como al PP. Era abandonar una zona
común de los dos grandes partidos nacionales. Y lo hizo, como en otras materias,
para abrazar plenamente, sin ambages, las tesis nacionalistas, asumidas ya, con
el liderazgo de Maragall, por el Partido Socialista de Cataluña. El giro socialista era copernicano. Y se afianzó con el «blindaje» del Ebro en el estatuto catalán de nueva planta. (Resulta irónico, si no fuera una desvergüenza, que, imultáneamente, el nacionalismo catalán reclame al «Estado español» gestiones eficaces ante Francia en pro del trasvase de agua del Ródano a favor de Cataluña). El «blindaje» de los ríos se ha convertido en una de las «señas de identidad» de esta malhadada oleada estatutaria, toda ella contaminada por las tesis nacionalistas.

Abandonar una política solidaria del agua, con una parte de España que padece sed, es sencillamente renunciar a un proyecto nacional común. Es aceptar la idea de una España enferma, que ya no cree en sí misma y deja a su suerte a quien tiene necesidad de bienes esenciales. El PSOE liderado por Zapatero lo ha hecho ya. Sorprendentemente, el partido se ha sometido con gran facilidad al giro impulsado por su actual líder. Es una prueba más de su crisis ideológica pavorosa, que ya lo hace difícilmente reconocible como partido socialdemócrata.

Las imágenes de la crecida del Ebro me han hecho sentir el dolor por esta España enferma, con agua desbordante y con sed. Esta España, en la que los elementos de solidaridad se desvanecen y cuyo deslizamiento hacia su fragmentación está alegremente conducido, en una huida hacia delante, por el nuevo césar del Partido Socialista, arropado por una clase política nacionalista cada vez más envalentonada al ver al partido gobernante con tan escalofriante pérdida de su identidad.


Leedlo entero.

domingo, 4 de marzo de 2007

De Juana, en libertad

¿O es que alguien se piensa que el eufemismo "Prisión atenuada" significa otra cosa? El Estado de Derecho ha cedido ante el chantaje. Se ha rendido. José Luis Rodríguez Zapatero es un cobarde. Nos sacó de Iraq para nuestro escarnio y ahora se arrodilla ante ETA. Y la gente, feliz. ¡Otra de bravas!

Yugoslavia se acerca.

lunes, 22 de enero de 2007

¿Son conscientes los catalanes de lo que está pasando en su región?

Excelente post de Antonio Jaumandreu:
Ensimismados con las palabras mágicas del nacionalismo, la próspera Cataluña, la emprendedora Cataluña, la industriosa y comerciante Cataluña se encuentra como quien no quiere la cosa gobernada por una coalición de socialistas, comunistas e independentistas de izquierda. Buena combinación para una región que se pretende entre las más potentes de Europa. Pero, ¿realmente se han sentado a pensarlo los electores catalanes? Ahora el dilema es claro: ¿queremos que la seguridad pública esté en manos de un comunista (no creo que pueda ofenderle el término) cuya pareja, concejal del Ayuntamiento de Barcelona por más señas, aboga por que se dé carta de naturaleza a la ocupación de viviendas ajenas? ¿Desean los ciudadanos catalanes, sus comerciantes, que Barcelona sea la meca de los desarraigados europeos, paraíso de vándalos de todo tipo? ¿Nos entusiasma que la capital catalana figure entre los destinos principales de las abortistas europeas? ¿Nos agrada que la administración interfiera en nuestras libertades individuales hasta el punto de decirnos en qué idioma hemos de rotular nuestros establecimientos o escribir nuestras cartas comerciales? ¿Compartimos la idea de que un organismo de la Generalitat decida qué es verdad y qué no lo es, y en base a esa decisión política pueda sancionar y hasta clausurar medios de comunicación? ¿Nos seduce la idea de ser la comunidad autónoma con impuestos más elevados? ¿Nos preocupa que tanto progresismo pueda ser causa de la huida de determinadas industrias? ¿Estamos dispuestos a vivir en un estado de inseguridad ciudadana consolados tan sólo por la afirmación constante del consejero de Interior de que todo es, como dice el mago, producto de nuestra imaginación?
Aplicable al resto de España. Despierta, España, despierta.