La maldición de la política catalana cae como una losa sobre una población asombrada y timorata. Saben que están haciendo el ridículo, lamentan su suerte y, sin embargo, se sienten acogotados para reaccionar ante una parte de la clase política que pone en solfa su prestigio de pueblo sensato. El sainete vivido en Cataluña puede haber ilusionado a cuatro cuentistas de espíritu gaseoso, pero difícilmente habrá convencido a un pueblo con otras prioridades que preguntarse constantemente quiénes son y adónde van. Y nadie, sin embargo, hace ningún gesto por poner las cosas en su sitio. Qué hartura de política. Qué mediocridad de destino.
viernes, 30 de marzo de 2007
Políticos catalanes
Herrera:
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2 comentarios:
Hola, muy interesante el articulo, felicitaciones desde Argentina!
Gracias!
Un saludo,
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