En la misma entraña. Parece el plan mismo. Y llevan con él desde 2002, más o menos, cuando a Bambi le crecen los cuernos. Se echó a la calle con el Prestige, con la guerra de Iraq, no condenó el repetido ataque a las sedes del PP, no respetó la jornada de reflexión del 13 de marzo de 2004... Viejos temas que varios años después continúan en boga, aunque están bastante amortizados.Cuando José Luis Rodríguez Zapatero gana las elecciones de 2004 se suma al proyecto de reformas radicales (que afectan a la estructura y a los poderes del Estado) la conveniencia estratégica. En esos comicios el voto que se suma al PSOE de las previsiones iniciales no es otro que el de la movilización heterogénea de lo que se define por ser «anti PP» y no por la cohesión ideológica. Se diría que se ha venido considerando que tanto la continuidad en el Gobierno como el proyecto mismo implicaban enviar al infierno político a la derecha. Caben decenas de ejemplos que es imposible reseñar en este espacio, pero valga como botón de muestra que, al plantearse un nuevo acuerdo antiterrorista tras el fiasco del «proceso de paz», el portavoz parlamentario del PNV explicaba que el contenido no podía ser otro que poner coto a las pretensiones del PP.Si esa es la amalgama de la política y, al mismo tiempo, el truco estratégico, resulta una consecuencia lógica que, ante la opinión pública y, específicamente, ante los partidos de esa extraña mayoría, hubiera que presentar al PP como una odiosa extrema derecha (o derecha extrema) anclada en el franquismo y convertida en una maquinaria de guerra. La propaganda oficial, sin duda poderosa y con el apoyo de algunos de sus partidarios, se ha dedicado a ello con afán, a menudo incluso olvidando sus propios orígenes. No se trataba de hacer historia ni análisis político, sino de arrastrar al fango un obstáculo.El PP, que representa una derecha moderna y constitucional, ha respondido a menudo de modo trastabillado, acomplejado y gritón. Creo sinceramente que no ha conseguido el tono adecuado ni el equipo eficaz que necesita Mariano Rajoy. Un error porque incluso electoralmente le interesa conquistar el espacio templado en el que están los que pueden darle el triunfo y en el que se desactiva más eficazmente el empeño por excluirles. Crispa a veces, sin duda, pero es por agobio y desconcierto, y por una cierta dosis de complejo. Me temo que el PSOE crispa por interés, que está en la entraña del plan...
viernes, 30 de marzo de 2007
Sobre crispación
La lucidez de Germán Yanke, en ABC, disecciona un dilema actual. ¿Quién crispa más?:
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