sábado, 9 de octubre de 2010

En apoyo a Germánico

Hace ya unos cuantos años un buen amigo decidió, junto a sus padres, lanzar un proyecto editorial de limitada envergadura y sin embargo apasionante, que iba a tener más calado del esperado. Vivían (y continúan haciéndolo) en un pueblo de la Comunidad de Madrid, de alrededor de 50 mil habitantes, y estaban más que hartos de los desmanes de los políticos de turno así que, tras un estudio de viabilidad, decidieron lanzar una revista local. De ese modo podrían denunciar negro sobre blanco los diversos chanchullos, incocherencias, mentiras, etc. que se venían produciendo.


El diseño era bastante sencillo. Abría la revista un editorial del que se encargaba mi amigo, G. En las siguientes páginas se hablaba de noticias del pueblo y de los de alrededor, donde también se distribuía la revista. Pero la sección estrella sin duda era El Ranking. En él asignaban una nota, que iba desde la matrícula de honor al cero zapatero, a personas físicas o jurídicas en función de lo que hubiese sucedido en el último mes. Los políticos de turno buscaban esta sección en cuanto la revista caía en sus manos.


A unos cuantos amigos y conocidos se nos pidió que escribiéramos un artículo en cada número. A mí me encargó escribir sobre economía. Eran artículos muy sencillos donde trataba de explicar con términos sencillos qué era eso de la economía, cómo funcionaba, qué estudiaba y la importancia que tenía. Como mi trabajo me absorbía bastante me retrasaba con las entregas (y eso que se producían una vez al mes, como mucho).


Un amigo de sus padres se ocupó de hablar de política. Local. Con un estilo bastante ácido, seco y sarcástico ponía a los politicastros en su sitio. Su carta de presentación fue un artículo en el que expuso la opinión que tenían del alcalde tanto la gente de la calle como los concejales de su propio partido. Cayo como una bomba. Al regidor se le había subido el cargo a la cabeza, hasta el punto de que sus propios concejales le tenían miedo, más que respeto. No, carecía de una guardia pretoriana compuesta por policías municipales a su servicio, pero llegó a un grado de engreimiento y altivez tal que podía decirse que en el ayuntamiento estaban él y los demás.


Al día siguiente de la distribución de aquel número de la revista, en el ayuntamiento se repasaron las listas del censo en busca del autor de aquel artículo. ¿Con qué intención? Lo ignoro, pero dudo de que fuese buena. La búsqueda se prolongó durante unas semanas más, hasta que cejaron en el empeño. 


He recordado este capítulo de la revista (cuyo tortuoso viaje llegó a si fin hace unos años) al leer el artículo que ha publicado hoy Germánico en Desde el Exilio. En él describe su trayectoria profesional en los últimos tiempos, que podría calificarse de bajada a los infiernos laborales, desde que escribe artículos en Libertad Digital con nombre y apellidos: Javier Moreno. Narra cómo le han apartado de su puesto para el que estaba perfectamente cualificado, asignándole labores que requerían una menor preparación de la que él tenía, mientras su anterior departamento quedaban compañeros menos preparados. Creo que hoy día eso se llama mobbing. Como dicen en uno de los comentarios lo que le están haciendo es, más que acosar, putear. Si el mercado de trabajo estuviera un poco mejor podría buscarse otro trabajo. Pero con la que está cayendo no se puede así como así.


Es una pena que la política y el sectarismo hayan impregnado incluso el mundo laboral donde a priori deben primar la cualificación y disposición hacia el trabajo. Desde mi punto de vista a ello ha contribuido de forma decisiva el Gobierno de Rodríguez, por el discurso radical y sectario que emana desde Moncloa.


Le envío desde aquí un caluroso abrazo, y espero que o bien sus jefes entren en razón o encuentre una oportunidad en otra empresa.

2 comentarios:

Germánico dijo...

Uff, no creo que merezca tanto, pero gracias de todas formas.

El caso que cuentas es más que evidente, y la política en él lo empapa todo. En el mío se pueden llegar a confundir las cosas, pueden surgir extrañas mezclas, y si la empresa llega a tener constancia del artículo y el autor, que van en este caso de la mano, muy probablemente sacará de su informática, del testimonio falso o solo cierto a medias del algún compañero y de alguna chistera, evidencias contra mi y mi ejecución profesional. Todo esto, acompañado de una negación explícita y contundente de cualquier relación entre las decisiones sobre mi persona y el conocimiento que pudieran tener de mi actividad no profesional, podría bastarles.

No obstante yo me guardo algunos ases en la manga, por si tomaran nuevas medidas. Sé cosas sobre personas de dudosa moralidad y bajísimo nivel profesional que podrían contrarrestar los falsos testimonios y la manipulación de los hechos. Son casi todas ellas de una gravedad enorme. En fin, a ver por dónde tira el burro.

Dwight dijo...

Espero que no pase a mayores y que, caso de existir relación entre tu actividad como articulista y tus últimos destinos profesionales, se den por satisfechos con la bajada a los infiernos que ya has experimentado.

De todas formas, mantennos informados...

:)

Un abrazo,