viernes, 5 de enero de 2007

La cultura europea, en peligro

Con la claridad que le caracteriza, Alfonso Rojo se pregunta si debemos alegrarnos por la ampliación de la UE a 27 países, ya que eso pone en la pista de despegue la adhesión de Turquía, país donde se siguen violando los derechos humanos.
Con el corazón en la mano, no creo que haya muchos motivos de fiesta. Si concebimos Europa como un mercado, quizá haya motivos para el aplauso, pero si la vemos como una comunidad de valores, principios y libertades, coincidirán conmigo en que vamos de culo.
Caminamos hacia el precipicio. Y lo hacemos con cara de tontos y moralmente gratificados. No es algo inédito. Les pasó a los romanos, que vivían orgullosos de su Vía Apia, de su Pretor Peregrino y de su Circo y amanecieron un día en manos de los bárbaros, que no sabían leer ni les importaba.
Y es que estamos tan preocupados por la corrección política que hemos renunciado «voluntariamente» (por la presión de una sociedad mojigata y criticona) a nuestros valores, en aras de no enfadar a nadie. Es la lacra del multiculturalismo.

Y estamos plenamente concienciados de ello: todas las culturas son igual de válidas, todas las tradiciones deben ser respetadas y, en caso de que haya que sacrificar alguna, sacrificamos la nuestra. Sin despeinarnos, oiga.

Llevamos poco más de medio siglo viviendo en paz (excluyendo a Yugoslavia) y pensamos que no hay que hacer nada por mantenerla: no nos damos cuenta de que, si no llega a ser por EE.UU., lo habríamos tenido complicado. Como dice Robert Kagan, vivimos en un mundo hobbesiano, y si los países en vías de desarrollo nos respetan como naciones no es porque tengamos dinero, sino porque tenemos mejores armas que ellos. Bueno, más bien porque las tiene Estados Unidos y nosotros estamos de su lado.
[...] [S]omos parte de ese pequeño y privilegiado porcentaje de la Humanidad que habita en países donde impera la paz, se respetan los derechos humanos, se cumplen las leyes, existe Seguridad Social y el Estado se preocupa por los desfavorecidos.
Nuestra sociedad no deja morir de hambre a los débiles, no tolera la brutalización de las mujeres, no acepta que se explote a los niños y trata de proteger al menesteroso.
Como dice mi amigo Enrique Serbeto, no sueles reparar en estos detalles hasta que viajas, sales del circuito habitual y te impregnas de la mugre en que chapotea parte de los 6.000 millones de seres humanos que pueblan el planeta.
Eso es lo que está en peligro hoy, no sólo por la incorporación de Turquía; también por el avance del multiculturalismo atroz, por la entrada del islamismo en nuestra sociedad y por nuestra renuncia a luchar contra ello.

No nos damos cuenta de que el «imperio» de Estados Unidos es también el nuestro, de que si cae Estados Unidos todos nosotros vamos detrás.

2 comentarios:

Dick Turpin dijo...

Ayer empecé un libro de Robert D. Kaplan "La Anarquía que viene. La destrucción de los sueños de la posguerra fría" (Ediciones B, Barcelona, 2000, 207 páginas) abierto con la siguiente cita:

"Antes de que los nombres de justo e injusto spuedan tener lugar, debe existir algún poder coercitivo" (Thomas Hobbes, Leviatán).

No sé si estoy de acuerdo, pero hace pensar.
Y para demostrar en que tradición cultural estoy: que los Reyes magos vengan cargaditos de presentes.

Un abrazo

Dwight dijo...

Ya me contarás qué tal está el libro (y si el asesino es el mayordomo :-P), para ponerlo en la pila de libros pendientes de leer.

La frase da que pensar, sí. A ver si comentamos un día de estos.

Felices y abundantes Reyes!

Un abrazo.