Hace un par de semanas, dando un vistazo a las novedades de bolsillo en una de mis librerías habituales de fantasía y ciencia ficción me topé con un título un poco tontorrón pero divertido: «Con los muertos no se juega». Le eché un ojo a la contraportada y decidí llevármelo. En ese momento ni me fijé en los autores (son dos) ni falta que me hacía. Tenía pinta de ser un libro sin pretensiones con el que pasar un buen rato.
Esta tarde estaba un poco mustio (creo que estoy incubando algo), y después de tragarme la película «Mentes Peligrosas» (qué mona sale la Pfeiffer, y qué mal elegía los papeles) he decidido pasar la tarde leyendo esa novelita. Al leer con detenimiento la portada he visto que los autores son españoles (los hacía extranjeros), concretamente catalanes. La novela es una de detectives escrita con humor y sencillez, de fácil y amena lectura, carne de aeropuerto. Los hechos tienen lugar en Barcelona, los protagonistas tienen nombres de aquella tierra y los hechos los narra un detective entrado en años.
La sorpresa mayúscula me la he llevado en la página 58, cuando al hablar de un poeta, Benet Argelaguera, el protagonista y narrador dice esto (negritas mías):
En la página 66 vuelven a la carga:
Me ha venido a la memoria el programa «Tengo una pregunta para usted», en el que aguerridos ciudadanos preguntaron a José Luis Carod-Rovira, llamándole por su nombre (en español), y él renegó de su nombre en español varias veces. Curiosamente, cuando se refieren al Rey de España hablan de Joan Carles I. En fin.
Es aquí cuando he caído en la cuenta de que el libro posiblemente se escribiera en catalán y posteriormente se ha traducido al español. Las dos perlas mencionadas (igual hay más, pero no las he visto) les deben de haber asegurado la financiación pública de la edición del libro, muchas risas y alguna que otra palmada en la espalda.
Por último, y a la vista de las dos perlas, he empezado a atar cabos y he caído en la cuenta de que dos de los personajes más estúpidos, engreídos y antipáticos de la novela se llaman Octavio el uno, mientras que el otro se apellida Soriano.
Eso sí, somos los castellanos los que buscamos la confrontación. Je.
He resistido la tentación de tirar la novela a la basura. Voy a terminarla para ver ómo concluye la histora, y para ver si encuentro alguna puñaladita más.
ACTUALIZACIÓN (01-05-2009): La novela la acabé un par de días más tarde de postear la entrada. Pura pulp fiction. Basura, al fin y al cabo. Confirmado que el poeta al que hacen referencia en el libro no existió: lo han creado ad hoc para la novela, como un personaje más. Es decir, los reproches a los castellanos son absolutamente gratuitos. A la inquina contra los españoles se unen faltas de ortografía, errores gramaticales y verbos mal conjugados. Tiene toda la pinta de haber sido escrita originalmente en catalán para ser traducida posteriormente por los propios autores (no consta nombre de traductor alguno). La novela queda abierta para poder seguir utilizando este personaje en futuras aventuras. Por lo que a mí respecta, se acabó.
Responiendo a Towar: la librería está muy vinculada con el noveno arte. Y hasta aquí podemos leer...
Esta tarde estaba un poco mustio (creo que estoy incubando algo), y después de tragarme la película «Mentes Peligrosas» (qué mona sale la Pfeiffer, y qué mal elegía los papeles) he decidido pasar la tarde leyendo esa novelita. Al leer con detenimiento la portada he visto que los autores son españoles (los hacía extranjeros), concretamente catalanes. La novela es una de detectives escrita con humor y sencillez, de fácil y amena lectura, carne de aeropuerto. Los hechos tienen lugar en Barcelona, los protagonistas tienen nombres de aquella tierra y los hechos los narra un detective entrado en años.
La sorpresa mayúscula me la he llevado en la página 58, cuando al hablar de un poeta, Benet Argelaguera, el protagonista y narrador dice esto (negritas mías):
«[...] No fui a la velada poética, por supuesto. Si no podía llevar a Flor colgada del brazo ni había lído prácticamente nada de lo que el Poeta Nacional de Cataluña, Benet Argelaguera, (a quien los castellanos solían denominar Argelaguera, porque sonaba más vasco, más belicoso y, por tanto, más separatista) no veía por qué tenía que escuchar su obra póstuma.»He buscado en internet y no hay referencia alguna a ese poeta. Si existió realmente o es un personaje más del libro es, de momento, un misterio.
En la página 66 vuelven a la carga:
«[...] El Ayuntamiento, en las placas de la calle, había puesto Josep M.ª Pemán, Josep, con pe, en catalán. Me pregunté si lo habría hecho a propósito o si aquello era simplemente un indicativo del feliz olvido en que había caído el poeta franquista.»Curioso que no recuerden su obra sino su militancia política. ¿Denigramos también a Lorca, Machado, Alberti y demás? Muy triste.
Me ha venido a la memoria el programa «Tengo una pregunta para usted», en el que aguerridos ciudadanos preguntaron a José Luis Carod-Rovira, llamándole por su nombre (en español), y él renegó de su nombre en español varias veces. Curiosamente, cuando se refieren al Rey de España hablan de Joan Carles I. En fin.
Es aquí cuando he caído en la cuenta de que el libro posiblemente se escribiera en catalán y posteriormente se ha traducido al español. Las dos perlas mencionadas (igual hay más, pero no las he visto) les deben de haber asegurado la financiación pública de la edición del libro, muchas risas y alguna que otra palmada en la espalda.
Por último, y a la vista de las dos perlas, he empezado a atar cabos y he caído en la cuenta de que dos de los personajes más estúpidos, engreídos y antipáticos de la novela se llaman Octavio el uno, mientras que el otro se apellida Soriano.
Eso sí, somos los castellanos los que buscamos la confrontación. Je.
He resistido la tentación de tirar la novela a la basura. Voy a terminarla para ver ómo concluye la histora, y para ver si encuentro alguna puñaladita más.
ACTUALIZACIÓN (01-05-2009): La novela la acabé un par de días más tarde de postear la entrada. Pura pulp fiction. Basura, al fin y al cabo. Confirmado que el poeta al que hacen referencia en el libro no existió: lo han creado ad hoc para la novela, como un personaje más. Es decir, los reproches a los castellanos son absolutamente gratuitos. A la inquina contra los españoles se unen faltas de ortografía, errores gramaticales y verbos mal conjugados. Tiene toda la pinta de haber sido escrita originalmente en catalán para ser traducida posteriormente por los propios autores (no consta nombre de traductor alguno). La novela queda abierta para poder seguir utilizando este personaje en futuras aventuras. Por lo que a mí respecta, se acabó.
Responiendo a Towar: la librería está muy vinculada con el noveno arte. Y hasta aquí podemos leer...