El acto del pasado sábado fue la plasmación (otra más) de que la sociedad civil se mueve. Se está moviendo, y la incógnita es cuánto tiempo durará este movimiento. ¿Será algo pasajero? ¿Perdurará si Zapatero pierde las elecciones? ¿Permitirán las izquierdas que el movimiento continúe si vuelven a formar gobierno? ¿Morirá de éxito este movimiento? ¿Hay un objetivo último que nos permita aseverar, sin lugar a dudas, que merece la pena seguir luchando?
Son decenas las preguntas que vienen a mi cabeza, y me doy cuenta de que no tengo respuesta para ninguna de ellas. Lo importante es que Rodríguez ha conseguido unir a mucha gente en su contra; personas de distinta procedencia y pelaje que, si algo tienen claro, es que el actual inquilino de la Moncloa es un individuo peligroso por su falta de escrúpulos, por su carencia de moral, porque no duda en aplicar la máxima de Maquivelo hasta sus últimas consecuencias. Esas personas, por propia iniciativa, han salido a la calle a apoyar a las víctimas del terrorismo, a protestar por las agresiones a la familia, a exigir una rectificación del Gobierno en determinadas materias. No ha sido un movimiento dirigido por partido político alguno, aunque el Partido Popular se haya unido a algunas de las iniciativas. (Tampoco le veo como un partido aglutinador, no sé si por sus complejos o porque realmente no podría ejercer semejante papel, dado el odio visceral que le profesa buena parte de la población española.) No ha sido un movimiento artificial y artificioso, agit-prop fruto de la mente de un equipo de publicistas, como lo fuera el Noalaguerra o el Prestige. En esta ocasión apenas hay medios de comunicación que sirvan de altavoz a las demandas de estas personas. Telecinco no ha emitido las campanadas de Nochevieja desde la bahía de Algeciras, ni desde los devastados bosques de Guadalajara o los montes arrasados de Galicia. Leí o escuché hace poco que unos días antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 más del ochenta por ciento de la población sabía quiénes eran buena parte de los ministros del Gobierno de Aznar. Hoy apenas llegan al 30% los que conocen a los ministros de ZP.
Pero el movimiento ha ido creciendo y haciéndose fuerte desde la base, desde la raíz. Quizá la cabeza más reconocible sea Francisco José Alcaraz, Presidente de la AVT. Él, que sabe de primera mano lo que es perder seres queridos por el zarpazo cruel del terrorismo, ha sufrido una de las campañas más viles y miserables en su contra, a manos del Gobierno de España™, de los medios de comunicación afines al Gobierno de España™, de caricaturistas sin escrúpulos hermanos de ministros del Gobierno de España™, y de un largo etcétera. Y han sido su valor, su entereza y su determinación los que han hecho que mucha gente abra los ojos, que grite "¡basta ya!", que se mueva para hacer oír su voz, para reivindicar el espíritu de la Transición para recordar que todos somos iguales, pese a lo que digan Zapatero y sus voceros.
Y allí estábamos el sábado (también Lady Vorzheva). Yo no rompía con Zapatero puesto que nunca estuve unido a él. Uno a uno fueron hablando los ponentes, denunciando sendas políticas del Gobierno de España™. Para el final se guardaron la sorpresa, nada menos que José Luis Balbás, antiguo dirigente del PSOE. Y se acabó de desbordar la emoción contenida. Sus palabras estuvieron llenas de fuerza. Pero quizá dijo más de lo que quería; o tal vez no. En cualquier caso, fue revelador.
Lo comentaré en un próximo post.
Son decenas las preguntas que vienen a mi cabeza, y me doy cuenta de que no tengo respuesta para ninguna de ellas. Lo importante es que Rodríguez ha conseguido unir a mucha gente en su contra; personas de distinta procedencia y pelaje que, si algo tienen claro, es que el actual inquilino de la Moncloa es un individuo peligroso por su falta de escrúpulos, por su carencia de moral, porque no duda en aplicar la máxima de Maquivelo hasta sus últimas consecuencias. Esas personas, por propia iniciativa, han salido a la calle a apoyar a las víctimas del terrorismo, a protestar por las agresiones a la familia, a exigir una rectificación del Gobierno en determinadas materias. No ha sido un movimiento dirigido por partido político alguno, aunque el Partido Popular se haya unido a algunas de las iniciativas. (Tampoco le veo como un partido aglutinador, no sé si por sus complejos o porque realmente no podría ejercer semejante papel, dado el odio visceral que le profesa buena parte de la población española.) No ha sido un movimiento artificial y artificioso, agit-prop fruto de la mente de un equipo de publicistas, como lo fuera el Noalaguerra o el Prestige. En esta ocasión apenas hay medios de comunicación que sirvan de altavoz a las demandas de estas personas. Telecinco no ha emitido las campanadas de Nochevieja desde la bahía de Algeciras, ni desde los devastados bosques de Guadalajara o los montes arrasados de Galicia. Leí o escuché hace poco que unos días antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 más del ochenta por ciento de la población sabía quiénes eran buena parte de los ministros del Gobierno de Aznar. Hoy apenas llegan al 30% los que conocen a los ministros de ZP.
Pero el movimiento ha ido creciendo y haciéndose fuerte desde la base, desde la raíz. Quizá la cabeza más reconocible sea Francisco José Alcaraz, Presidente de la AVT. Él, que sabe de primera mano lo que es perder seres queridos por el zarpazo cruel del terrorismo, ha sufrido una de las campañas más viles y miserables en su contra, a manos del Gobierno de España™, de los medios de comunicación afines al Gobierno de España™, de caricaturistas sin escrúpulos hermanos de ministros del Gobierno de España™, y de un largo etcétera. Y han sido su valor, su entereza y su determinación los que han hecho que mucha gente abra los ojos, que grite "¡basta ya!", que se mueva para hacer oír su voz, para reivindicar el espíritu de la Transición para recordar que todos somos iguales, pese a lo que digan Zapatero y sus voceros.
Y allí estábamos el sábado (también Lady Vorzheva). Yo no rompía con Zapatero puesto que nunca estuve unido a él. Uno a uno fueron hablando los ponentes, denunciando sendas políticas del Gobierno de España™. Para el final se guardaron la sorpresa, nada menos que José Luis Balbás, antiguo dirigente del PSOE. Y se acabó de desbordar la emoción contenida. Sus palabras estuvieron llenas de fuerza. Pero quizá dijo más de lo que quería; o tal vez no. En cualquier caso, fue revelador.
Lo comentaré en un próximo post.
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