[...] (L)a Navidad es, antes que una celebración de la paz y de la alegría, una batalla crudelísima, implacable, contra las huestes del Mal, encarnadas en aquel sátrapa que trató de asesinar al rival que venía a poner fin a su imperio.Es decir Herodes, quien trató de eliminar a su enemigo, Jesucristo, ya que «supo que aquel Niño venía a subvertir el orden establecido».
Ese combate perdura hoy día:
[...] (L)os enemigos de la Navidad cuentan con las divisiones Panzer del laicismo, cuentan con el napalm de una demoledora propaganda que arrasa los cerebros, cuentan con armas mortíferas que dejan al rival estremecido y con más ganas de claudicar que de seguir manteniendo la posición.Y prosigue:
La paz que anunciaron los ángeles a los hombres de buena voluntad no es una paz bobalicona y dimisionaria; es la paz que infunde fortaleza al guerrero cuando llega la hora de enarbolar la espada, es la paz de quienes están dispuestos a entregarlo todo -inteligencia y brío, hasta el agotamiento de la propia vida- en defensa de un tesoro que los nuevos tiranos quieren ensuciar, pisotear y expoliar. Herodes representa la amenaza a la Iglesia, desde el primer día perseguida y obligada a batallar desgarradoramente hasta el fin de los tiempos.Concluyendo con una suerte de advertencia:
Feliz y batalladora Navidad para todos.Amén.
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